Mis relatos medievales, leyenda y realidad.

Desde los picos calizos de la Subbética, a la fértil ribera del Guadalquivir, hay todo un mundo de leyendas, historias y recuerdos. Vivencias medievales, caballeros de capa y espada, bellas princesas y palacios encantados, mitad verdad, mitad fantasía. Yo te los iré contando, poco a poco, paso paso, como nació la cultura de ésta ciudad que fué y sigue siendo multicultural. Pronto tambien los podrás leer en italiano.

lunes, 11 de agosto de 2008

Las vacaciones de la maleta roja

Soy una maleta roja, ni muy grande ni muy pequeña, brillante, con ruedas, y varios bolsillos con sus cremalleras, para cerrarlos y que no se pierda nada, tengo dos asas, una para que me cojan y me levanten y otra para que tiren de mi, como la mamá que lleva a su hijo de la mano, en fin muy bonita y atractiva.
Un buen día me pusieron a la venta en un escaparate, y durante algunos días estuve impaciente por saber quién me iba a comprar, y ese día llegó.
Una mamá con sus dos hijos pasó caminando por la calle y de pronto el niño rubio vino corriendo hasta el escaparate.
- ¡Mira mamá que maleta más bonita!- Exclamó el niño poniendo las manitas en el cristal muy cerca de mi.
-Necesito una maleta para llevar mis cosas cuando vallamos de viaje a España, cómprame ésta que es muy bonita, anda por favor.- Le pidió a su mamá en un gesto de súplica.
La mamá con los niños entraron en la tienda, y el niño rubio que se llamaba Alan se fue directamente a donde estaba la maleta y señalándola con el dedo dijo:
- ¡Qué bonita es, y como brilla!
-Está bien, te la compraré, pero tienes que ser responsable y no perderla cuando vallas de viaje, y la tienes que llevar tú, no vallas a decir que no puedes con ella y la tenga que llevar papá o yo.
El niño salto loco de contento alrededor de su madre y de su hermano que lo miraba desde el carrito sin comprender el porqué de la alegría que mostraba su hermano.
-¡Bravo, ya tengo mi maleta! Meteré dentro mi ropa, mis juguetes y mi cepillo de lavarme los dientes, y mira mamá en éste bolsillo pondré mis cuentos y mi álbum de colorear.- El niño siguió hablando y hablando, mientras la dependienta envolvía la maleta en una bolsa grande, pero él
quería llevarla, así que la sacaron de la bolsa, y el niño salió de la tienda tirando de su maleta que se deslizaba sobre sus ruedas, pero salió tan ligero que casi tropezó con una señora que pasaba con un carrito.
La maleta saltó en el suelo y en unos metros rodó de lado sobre una rueda solamente.
- ¡Socorro que me caigo, no corras tanto!- Gritó asustada la maleta- ¡ay madre mía! ¿Iré bien con éste niño o me estrellará en la primera curva?
Pronto llegaron a casa y el niño puso la maleta en el suelo y abrió todas las cremalleras y empezó a meter dentro lo primero que encontró, ropa, juguetes, cuentos.....
Su mamá le explicó que las cosas no se metían así en la maleta, que había que ponerlas sobre la cama, e ir colocándolas bien ordenadas dentro de la maleta. Así que el niño lo sacó todo y lo puso sobre la cama en pequeños montoncitos como su mamá le iba indicando. La maleta se sintió muy aliviada .
-¡Menos mal que me ha quitado las cosas de encima, ya me estaba asfixiando, éste niño se cree que soy un camión!
La mamá le ayudó a Alan a poner todas las cosas dentro de la maleta, muy bien ordenadas y después cerró las cremalleras y guardaron la maleta en un armario.
Casi todos los días el niño abría la puerta del armario y acariciaba la maleta, y ella se sentía muy halagada de que el niño la mimara.
Pasaron los días y llegó el día que tenían que viajar y muy temprano, el papá de Alan subió la maleta roja junto con otra azul muy grande en el maletero del coche y salieron rumbo al aeropuerto.
Cuando la bajaron del coche y la cogió Alan que estaba muy contento, entraron en una sala muy, muy grande, toda llena de gente y muchas maletas ¡algunas enormes! Y de todos los colores.
- ¿A donde vas? – Le preguntó a una maleta azul que iba a su lado y que llevaba una señora.
-Yo ya vengo de regreso, y estoy muy cansada, pero he visitado un país con mucha nieve y hacía mucho, mucho frío. ¿Y tú adonde vas?
-Todavía no lo se, pero es la primera vez que viajo y estoy un poco asustada –Le contestó la maleta roja. La maleta azul le dijo que no se preocupara, y que se lo pasara bien en su primer viaje.
Llegaron al mostrador y el niño puso la maleta sobre una mesa baja y la pesaron.
-¡Bravo me están pesando! Y ahora me ponen una pegatina, que bonita, es de colores. –La maleta lo miraba todo con mucho interés, después la empujaron y entró en una cinta que se movía, el niño le dijo adiós con la mano y ella desapareció tras una cortinilla de tiras, pasó por un túnel muy oscuro y de pronto se deslizó por un tobogán y fue a caer en un cajón enorme, encima de un montón de maletas.
-¡Socorro que me estrello, no empujes!- Gritaba la maleta en su caída vertiginosa, que la había hecho caer casi de cabeza. ¡No se estrelló pero ahora se asfixiaba! porque encima le cayeron, maletas grandes, pequeñas, medianas y de todos los colores imaginables. Todo estaba muy oscuro, pasó un rato que a la maleta, le pareció muy largo, muy largo, y con una vocecilla muy asustada preguntó:
--¿Dónde estoy? ¡No veo nada!
--¡Dónde vas a estar, en la panza de un avión! ¿No te han facturado en equipajes?—Contestó una maleta grande que estaba a su lado.
--Si, pero es la primera vez que viajo y estoy un poco asustada—Respondió la maleta roja.
--Ya te acostumbrarás, y verás como te gusta viajar. A mi me han tenido todo el año metida en el desván, en la oscuridad. ¡Hasta había un ratón que se paseaba encima de mí! Berrr que repelús me daba cuando lo sentía. ¡Pero pronto llegaremos a España! Y nos dará mucho sol, y estaremos en el campo o cerca del mar.—Dijo una maleta muy grande.
El avión empezó a moverse, y los motores hacían un ruido muy fuerte, muy fuerte, hasta que el avión levantó el morro y ¡Zas! Levantó el vuelo hacia el cielo y voló alto, alto.
Alan, iba con sus papás y su hermanito en el avión, y miraba por la ventanilla como pasaban las nubes, que parecían montañas de algodón. ¡Después miró hacia abajo, y vio el mar muy azul, y los barcos que se veían muy pequeños!
Luego vio las montañas, algunas tan altas que parecía que el avión las iba a tocar.
El piloto del avión dijo a todos los pasajeros, que tenían que ponerse los cinturones de seguridad. El niño su puso su cinturón y se quedó muy quietecito en su asiento, y el avión empezó a bajar, a bajar, hasta que aterrizó, en la pista del aeropuerto. Pusieron una escalera muy alta y todos los pasajeros fueron bajando.
Pero ... ¿Y la maleta... como estaba? ¡También estaba bajando del avión!
Abrieron una puerta en la panza del avión y....¡catapún! Todas las maletas cayeron en unos vagones que parecían un tren.
Las echaron en una cesta muy grande, muy grande, que parecía un embudo enorme, y fueron cayendo por un tobogán, hasta una cinta que iba girando en un circulo en una sala muy grande. Los pasajeros del avión estaban alrededor de la cinta e iban cogiendo las maletas, y la maleta roja escuchó una voz conocida.
--¡Mira mamá, mi maleta ya viene!
Era Alan, que también estaba esperando a coger su maleta. Cuando llegó a su altura, el niño la cogió del asa y tiró de ella hasta el suelo, y salieron todos del aeropuerto, Alan estaba tan contento que salió corriendo tirando de su maleta, y no vio el escalón. ¡Catapún, El niño y la maleta salieron rodando por el suelo!
--¡No, por favor, más golpes no, que ya tengo muchos chichones! Camina un poco más despacio, por favor
Alan cogió su maleta y ahora caminó más despacio al lado de sus papás y su hermano. Llegaron al aparcamiento donde les esperaba su abuelo con un coche muy bonito. Subieron al coche y las maletas las colocaron en el maletero y la maleta roja respiró contenta.
--¡Bravo, ya estoy de vacaciones en España! Ahora a descansar en una casa bonita.
Y así pasó la maleta roja sus primeras vacaciones. Y colorin colorado este cuento ha terminado.

No hay comentarios: